Era...

Un sueño perfecto. Era libertad. Era viento y mar. Velocidad. Como un pájaro que pasa volando a ras de las olas del mar (o un hipogrifo en un lago). Era gritar. Era sumergirse entre las olas. Era el agradable sol en la cara y la sensación de sentirse viva. Era liberación. Como si no existiera el mundo, como si no hubiera problemas. Como si no existiera nadie más. Yo, sola. Y el mundo a mi alrededor no importaba. Descontextualizado. ¿Quién era y dónde estaba? Era lo menos importante. Era Yo. Estaba viva. Y el viento soplaba en mi oído, como una suave música que desearía no olvidar. Relajante y a la vez enérgica. Me daba fuerzas para seguir adelante. Etérea, inalcanzable. Inmaterial, como si no fuera nada en realidad. Como si nadie importara, como si a nadie le importara. Me hacía sentir bien, no se estaba tan mal. Imágenes sucesivas, inconexas. Momentos de absoluta libertad. Yo sola y el viento. Única y especial. Absurdo. Perfecto. Instante.

Sueño.

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