Todo volvía a ser como antes.
Volvían los besos en la mejilla y los abrazos por la espalda. La calidez que poco a poco se había ido perdiendo. La rutina, los problemas, el mundo, se habían encargado de esconderlo todo. Una sesión de amor intensivo, con suaves caricias y ropa desperdigada por una pequeña habitación.Y así parecían arreglarse los problemas, desaparecían las preocupaciones, el mundo no existía.
Un lunar, sus ojos cerrados y una sonrisa en su rostro.
Volvían las sesiones de cosquillas, compartir momentos detrás de una pantalla, robar almohadas y mantas. Pequeños instantes de silencio absoluto, donde sobraban las palabras.
"Gracias... por existir".
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