Un abrazo, fuerte, muy fuerte. Unas palabras. Un beso en su frente y en la mejilla y de nuevo otro abrazo. ¿Qué más puedo hacer?
Recuerdos que vienen a mi mente. Ahora mismo, en este momento. Otras personas, otros lugares... pero las mismas lágrimas, los mismos abrazos, las mismas miradas. Duelen. Cada una de ellas, duelen por dentro. Un dolor compartido (porque compartirlo es lo mejor).
Ya van cuatro. Cuatro recuerdos. Cuatro personas, importantes, para mi. Cuatro dosis de dolor ajeno, aunque no tan ajeno. Cuatro... lágrimas.
-No llores por favor, sino voy a llorar yo también (
-No te preocupes, es una tontería.
-No lo entiendes.
-Me gustaría poder decir algo, pero... no sé qué decirte.
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