Frialdad. Se notaba frío. Podíamos hablar de tonterías, pero cuando la cosa se ponía seria era como si una capa de hielo cubriese todo de golpe. De nuevo me despedí de él, sin saber cuando volvería a verlo, sin saber cuánto tiempo pasaría sin estar hablando con él durante horas. Como en aquel entonces, cuando era pequeña, cuando no sabía nada, cuando simplemente quería. Le quería. De una forma especial. Y se alejó. Se alejó y no volvió. Y ahora me siento culpable. Quizás fue culpa mía, quizás él no quería que yo le quisiera de esa forma. Quizás le agobiaba demasiado. Agobio.
10 minutos de fría conversación. 10 minutos de tensión. 10 minutos que me hicieron sentir idiota, que hicieron que mi corazón temblase, y no debería temblar. Porque todo iba bien hasta que se lo dije, todo iba... bien. Hasta que, de nuevo, metí la pata. Siempre meto la pata.
Hasta la próxima, my dear friend. Ojalá nos volvamos a ver pronto. Te echo de menos.
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